Hay dos formas de crear un SaaS: la épica (meses de desarrollo, presupuesto volando y una app preciosa que nadie usa) y la inteligente (validas el problema, cobras pronto y construyes solo lo que aporta valor). En Bolmia, agencia 360 de marketing, desarrollo e IA, somos fans de la segunda. Porque la validación no es un trámite; es el filtro que separa las buenas ideas de los productos que merecen Desarrollo SaaS a medida de verdad.

Empecemos por lo incómodo: validar significa probar que alguien pagará
Validar no es pedir opiniones ni “¿te gusta?”. Validar es conseguir señales de pago: prerreservas, depósitos, pilotos remunerados. Las palabras se evaporan; las transacciones dejan rastro. La pregunta correcta no es “¿te interesa?”, sino “¿te paso el enlace de pago o prefieres transferencia?”. Ese pequeño giro cambia toda la película: hace visible el dolor real, el valor percibido y tu propuesta de precio.
En la práctica, lo que buscamos es demostrar tres cosas con datos: que existe un problema que duele de verdad, que hay un cliente dispuesto a pagar por resolverlo y que podemos llegar a ese cliente de manera repetible con un CAC razonable. Si una de esas patas cojea, invertir miles en desarrollo es un salto al vacío.
De la idea al campo: entrevistas y pruebas rápidas que no se llevan tu presupuesto
El primer paso es salir del PowerPoint. Habla con 10–20 personas que encajen con tu ICP (perfil de cliente ideal). Nada de preguntar “¿qué te gustaría?”; mejor “¿cómo resolviste esto la última vez?”, “¿cuánto te costó en tiempo y dinero?”, “¿qué te dio más rabia?”. Preguntas sobre hechos pasados cortan el humo.
Con lo aprendido, formula hipótesis falsables: “Gerentes de restaurantes con 2–5 locales pagan 79–129 €/mes por automatizar informes semanales”. Márcate un criterio de éxito concreto (por ejemplo, “5 prerreservas en 14 días con 300€ de tráfico y una landing”). Escribir ese estándar por adelantado te salva de autoengañarte cuando lleguen métricas tibias.
Ahora sí, a ensuciarse las manos con experimentos ligeros:
- Landing con precio visible y CTA real. Nada de “apúntate a la newsletter”. Un botón de “Empezar prueba” que pide tarjeta o al menos un depósito reembolsable. Si te da miedo enseñar el precio, revisa la propuesta de valor.
- Wizard of Oz: el usuario cree que todo está automatizado pero tú operas a mano por detrás. Perfecto para comprobar si la promesa engancha sin construir la nave espacial.
- Concierge MVP: ofrece el resultado como servicio manual, muy cerca del cliente. Aprendes dónde de verdad duele y qué pasos sí merece la pena automatizar.
¿El stack? Minimalista. No-code/low-code para la interfaz, automatizaciones para mover datos, una base sencilla para registros y, si procede, un prototipo de IA para acelerar tareas repetitivas. Ya habrá tiempo de escalar cuando el mercado te lo pida.
Lo que medimos (y lo que ignoramos) en esta fase
En validación, menos dashboards y más señales nítidas:
- Intentos de pago o prerreservas por fuente de tráfico.
- Precio aceptado sin sudar la gota gorda negociando.
- Retención temprana: ¿la gente vuelve la segunda y tercera semana?
- Fricciones repetidas en activación: ¿dónde se atascan todos?
- CAC estimado con tus canales iniciales (ads, outreach, comunidades).
Y lo que no nos deslumbra todavía: visitas sin intención, encuestas sin compromiso, MRR proyectado en una servilleta. Esos números molan para inversores, pero antes toca ganarse el derecho a soñarlos.
Una línea de validación en 21 días (la que usamos en Bolmia)
Nuestra propuesta —que ejecutamos a menudo como paquete— cabe en tres semanas y te da una respuesta honesta: ¿merece la pena apostar por Desarrollo SaaS a medida ya o afinar antes?

Semana 1: entender el dolor y escribir la promesa.
Hacemos entrevistas cortas con tu ICP, mapeamos tareas y fricciones (en clave Jobs To Be Done) y redactamos mensajes de valor y oferta inicial con precio. Sin poesía: frases que cualquier cliente pueda repetir.
Semana 2: poner la promesa delante de gente real.
Lanzamos una landing simple (texto claro por encima del diseño) y activamos 2–3 fuentes de tráfico. Probamos titulares y anclas de precio. Medimos lo que importa: clics en “pagar” o reservas de demo con calificación.
Semana 3: entregar valor aunque sea a mano.
Cerramos pilotos pagados y operamos un Concierge MVP o un Wizard of Oz. Documentamos tiempos, atascos y expectativas. Si en este punto los clientes piden mejoras concretas y “¿cuándo lo puedo tener cada semana?”, estás calentando motores.
Con esos datos, decimos sí, no o “ajusta y repetimos”. No por intuición, sino por números y conversaciones que se pueden citar.
El precio no va al final: es parte del producto
Un SaaS sin precio es una promesa sin peso. Te proponemos algo que parece agresivo y funciona: ancla alto y negocia hacia abajo solo si aparece una objeción real. Dos planes simples (p. ej., 49€ y 99€) y un piloto de 2–4 semanas con objetivos claros suelen bastar. Si piden descuento, pide algo a cambio: caso de estudio, feedback estructurado, reuniones quincenales. Así conviertes cada piloto en aprendizaje accionable.
Señales verdes para pasar a desarrollo a medida
En Bolmia solemos pedir estas marcas antes de invertir fuerte:
- Al menos 5 clientes piloto pagando algo y usando el producto dos o más semanas.
- Retención temprana y peticiones de mejoras similares (el mercado “canta” una hoja de ruta).
- Un canal que parece repetible con CAC sano (no depender solo del primo del primo).
- Entrega factible: lo que validaste a mano se puede automatizar con un esfuerzo razonable, seguridad y escalabilidad.
Cuando estas luces se encienden, tiene sentido construir un MVP técnico robusto: pocas funcionalidades, pero pulidas y medibles. El resto puede esperar.
IA sí, pero con cabeza: acelerador, no atajo mágico
La IA brilla en validación por tres motivos: te permite prototipar funcionalidades (resúmenes, clasificaciones, recomendaciones), acelerar entregas manuales y medir ahorros de tiempo para justificar precio. ¿La clave? No vender “IA” como fin, sino usarla para reducir coste de servicio y acortar el camino hasta el “sí, pago”. Cuando el uso se estabiliza y los riesgos están claros, ya integramos modelos de manera controlada y privada en el Desarrollo SaaS a medida.
Un ejemplo realista resumido
Imagina que quieres vender informes automáticos a cadenas de restaurantes. Hacemos 15 entrevistas y todos coinciden: consolidar datos semanales es un suplicio. Montamos una landing con la promesa y el precio (79€/mes), metemos 300€ en anuncios y algo de outreach: 38 leads cualificados, 7 demos, 4 prerreservas. Operamos tres semanas un Concierge MVP con plantillas y automatizaciones ligeras: 75% repite y piden alertas por WhatsApp y comparativas entre locales. Con ese patrón, lo sensato no es construir cien integraciones; es un MVP enfocado en reporting, alertas y multitienda. Lo demás, después.
Lo que suele hundir proyectos (y cómo lo evitamos)
Se hunden por enamorarse de features, validar con amigos, esconder el precio o medir vanidad. Se evitan con disciplina: hipótesis escritas, criterios de éxito claros, precio visible, señales de pago, pilotos cortos y una hoja de ruta guiada por datos. Parece menos épico; es muchísimo más eficaz.
¿Te acompañamos?
En Bolmia trabajamos como equipo 360: marketing para encontrar y convencer, desarrollo para construir lo justo y necesario, e IA para acelerar sin romper. En 21 días podemos darte una respuesta basada en hechos: si merece la pena invertir en Desarrollo SaaS a medida ahora, qué construir primero y qué dejar para después. Gastar poco para aprender mucho es la mejor inversión que puedes hacer al principio.

Preguntas Frecuentes sobre Desarrollo Saas a medida
¿Qué significa “validar” un SaaS?
Demostrar con datos que existe dolor real, clientes dispuestos a pagar y un canal de captación repetible.
¿Necesito programar para validar?
No. Usa landing, automatizaciones y un Concierge MVP antes de invertir en desarrollo.
¿Qué métricas miro primero?
Intentos de pago/prerreservas, precio aceptado, retención temprana y CAC estimado.
¿Cuándo paso a desarrollo a medida?
Cuando tengas ≥5 pilotos pagando, uso sostenido y un canal de adquisición que puedas replicar.
¿Cómo encaja la IA en la validación?
Como acelerador para prototipos y entregas manuales; se integra “en serio” después de validar uso y pago.




